Hace
unos días
falleció un miembro de nuestra comunidad, Emilio Ríos, hijo
de Carmen Ríos.
No
mantuve tratos sociales ni conocí de manera personal a Emilio y la verdad es
que quisiera recordarlo pero solamente me quedan unas imágenes borrosas de hace
ya más de treinta años. A Carmen, su
madre, si he tenido la buena suerte de conocerla y de tratarme con ella
socialmente a través de los años por muchas razones. La última vez que me tropecé con Carmen fue
en la Oficina Consular de nuestra Embajada donde estaba arreglando algunos papeles,
creo recordar que era la “fe de vida”. Y,
ahora me pregunto ¿pero qué vida le queda a una madre que pierde de manera tan trágica
a su hijo?
Han
sido varias las madres de nuestra comunidad que han sufrido esta terrible
experiencia. Una experiencia que apenas
ninguno de nosotros podríamos comprender.
¿Cómo podemos seguir hablando de “fe de vida” cuando una madre tiene que
enterrar a un ser que salió de sus propias entrañas?
Es
ahora, en estos momentos tristes, cuando la comunidad necesita estar más unida para
arropar a esta madre, para sufrir y llorar con ella. Para que ni ella ni nosotros nos sintamos
solos, porque somos una comunidad muy lejos de nuestra tierra natal y nos
necesitamos los unos a los otros.
Juan
Rodriguez
Por
el CRE de Canberra
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